Murieron años de palabras

 

Paz

El pasado domingo fue asesinado un chaval de 16 años a manos de un ser infecto.

Su único pecado : pensar diferente. La causa: gente que no piensa.

En pleno siglo XXI puedo escribir una entrada que puede leerse en casi cualquier parte del mundo. ¿Un avance en la comunicación? No, un avance en la técnica. Progreso decadente. Mientras siga habiendo personas que se maten por diferencias de pensamiento, raza, sexo o religión solo podremos jactarnos de tener maquinitas que nos hacen la vida más fácil (sic). En otros términos relativos a moral o conductas sociales no hemos progresado ni un ápice.

Lo importante no es lo lejos que lleguen las palabras , si no lo hondo que calen. Y más relevante aún es que las palabras se usen como puente, no como muro. El problema viene de aquellas cabezas atrofiadas cuya única manera de imponer su no-pensamiento es la violencia. Y esto es así porque no tienen más argumentos. No entienden las palabras.

Desde Samba da Rua reprobamos vehemente todo acto de violencia. Pero no podemos ser tolerantes con los intolerantes y expresamos abiertamente la arcada que nos produce el movimiento neo-nazi. En pleno siglo XXI resulta difícil entender que haya gente que pueda ser partidaria de un genocida infecto cuyas principales características eran un váter como cerebro y un ridículo bigote.

Insisto, es imposible que se pueda comulgar con semejante aberración anacrónica. Pero nos tememos que los símbolos son la mascara de las verdaderas razones: cerebros vacíos, palabras huecas, frustración, incultura, complejos, falta de espíritu, miedo…

Ninguna idea política merece que se derrame ni una sola gota por ella. Esto es algo que nos gustaría poder hablar con algunas personas. Pero sin duda hay muchos que no merecen tal título.

 

El Domingo pasado volvieron a morir muchos años de palabra. Deseamos muchos años de dolor al asesino.

Los problemas de los demás.

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Una vez, un viejo chaman de una tribu africana, se sentó a mi lado en un avión. El vuelo hacia escala en Las Palmas de Gran Canarias y luego seguía para el continente vecino.

Yo tenia un periódico, leía uno de los miles de artículos que hablan de las lejanas guerras del Mundo.

El Chaman comenzó a contarme algo:
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“En una aldea de África, convivíamos juntos animales y personas. Teníamos gallinas, vacas, cerdos, lagartijas, palomas…
Por la noche, los hombres se iban a dormir a sus tiendas. Los animales quedaban fuera, pero podían entrar a unas tiendas comunes, usadas por los hombres como comedores, talleres. Todos convivíamos juntos, los hombres y animales compartíamos zonas comunes.
Una noche, dentro de la gran cabaña de paja, que servia como comedor común. Dos lagartijas estaban hablando sobre unas vigas de madera en el techo de la cabaña. La conversación parecía acalorada.
En ese momento, entraba una gallina al comedor y las escuchó. Salió y buscó otras gallinas, les dijo.

-Están discutiendo las lagartijas en el comedor. ¿No deberíamos ver que pasa?
– No, respondió una de las gallinas. Tendrán un problema y lo están hablando, no es cosa nuestra.

Las lagartijas, siguieron discutiendo sobre la madera.

En ese momento, entró una vaca.
Parada, rumiando, se quedó observando como discutían. Poco a poco la discusión fue siendo mas acalorada, hasta el punto de llegar a agarrarse con fuerza, una lagartija a la otra.

– Chicas, chicas, las lagartijas se van a pelear en el comedor, ¿No deberíamos hacer algo? – Le preguntó la vaca a las otras vacas, que estaban ya con las gallinas.
– Noooo, respondieron al unísono. Eso será un problema entre ellas. A nosotros no nos debe importar, no va con nosotros. Cuando lo solucionen nos enteraremos del problema. Mientras tanto es mejor no hacer nada, no podemos.
– No va con nosotros, no nos importa – Asintieron las gallinas.

Las lagartijas, habían pasado a las manos. Se perseguían por las maderas del techo y cuando se enganchaban, comenzaban a pelear, puñetazos, patadas.

Entraron dos palomas, justo cuando las lagartijas, ya se habían caído del techo, al resbalar de una madera. Ahora estaban en el suelo peleando, rodaban de lado a lado, cogidas, pegándose.

Las palomas salieron volando, a toda velocidad, se reunieron con los demás animales.
– Se están peleando las lagartijas, tenemos que hacer algo para pararlas. ¿No vamos a hacer nada?
– Pues, hemos decidido que no es necesario – Respondió la vaca jefa – Que es un problema de ellas, que lo tendrán que resolver ellas. Además, no van con ninguno de los demás animales, con lo que no debemos preocuparnos.
Asintieron el resto de los animales.

Las lagartijas, en uno de sus giros por el suelo, empujaron una pequeña ramita contra las brasas del fuego, que aun calentaban el puchero con la cena de la noche.

La llama se propagó por la rama, mientras las lagartijas seguían peleando. Luego la llama trepo, velozmente por las maderas que sustentaban la cabaña.
El resto de animales, seguían cada uno a lo suyo, cuando las palomas, desde un árbol avistaron el fuego.

– ¡¡ Fuego en el comedor ¡¡ ¡¡ Fuegoooooo ¡¡
Todos los animales corrieron, pero las llamas ya habían llegado al tejado de paja y como la pólvora prendió todo.

Los humanos se despertaron y salieron de sus chozas.
Era una noche de viento, el fuego pronto se propagó de cabaña en cabaña, de choza en choza. Todo el poblado comenzó a arder.

Los humanos se reunían a las afueras de la aldea, juntaban a los animales y recogían las cosas que se habían salvado de las llamas.
Estaban preparándose para partir. El poblado estaba destrozado, era tiempo de comenzar en otro lugar, una nueva vida.

Andando todos, en mitad de la noche, dejando atrás las llamas, le decía la gallina a una de las vacas:

– Al final, creo que, el problema tan ajeno de las lagartijas. Ha resultado ser un problema común.
Asintieron el resto de los animales, mientras caminaban mirando al suelo del sendero.
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Quizá deberiamos, tomar nota de esto… dijo el Chaman.